Hoy ha sido un día estupendo.
Un señor, en el autobús, yendo al trabajo, me ha cedido el asiento. No, gracias, me bajo en la próxima, le dije. En esos segundos que suceden me encontré buscando una razón: pensará que estoy embarazada pero mi tripa aún no abulta para confundir a nadie; me notará cansada pero aquí hay gente con peor pinta que yo; querrá ligar...¡Qué original! pensé- El señor, entradito en años interpretando mi cara de desconcierto me aclaró: se lo digo señorita porque como va leyendo.