Mejor, me quedo en casa.
Entré en aquella escalera como el que comienza un viaje. En el primer piso el señor Manolo me sonrió con su dentadura postiza mientras su nieto aporreaba la puerta con el cazo pringado de Maicena . En el redaño un gato jugueteaba con el ficus de la Manuela, señora entradita en años que ceñía al delantal sus carnes más que aparentes. La luz vestía el segundo y la música huía de una de las viviendas en donde aún no sabemos quién vive. Silencio perpetuo en el tercero; las canas mantenían a sus habitantes refugiados en sus hogares. Aparentemente quedaban apenas treinta escalones, tan tranquillizadores como el Preludio de la siesta de un fauno. Un estruendo como del séptimo de caballería se me echaba encima. Anonadada me eché escaleras abajo a la velocidad del rayo temiendo que aquella estampida fuera a derribarme. Y entonces cuando apenas me quedaban los dos últimos escalones para llegar de nuevo al portal, observé como aparecía la mujer de la entreplanta y después su maromo, negro y fornido. Empapados en sudor, muertos de risa y como recién salidos de un naufragio desaparecieron tras su puerta. Y lo que más lamento es que tendré que volver a subir al cuarto piso.
VIERNES 8 DE MAYO DE 2009
Ya no hay nadie
El sol, rabiosamente iluminado, llena las calles. Las aristas de los edificios proyectan sus sombras sobre las aceras haciendo más habitadas las soledades.
Contemplo por la ventana los tejados recién reconstruidos, las palomas busconas, las primeras risas infantiles que ocupan el silencio de la mañana. El café está subiendo como mis ganas al otro lado de la casa. Apenas tres minutos y estaré en la cocina con la taza entre mis manos y renaciendo como cada día. Mi mirada sigue tras la vidriera. Un hombre incierto eleva la voz horadando la mesura. La cafetera me ofrece su último aviso. La mirada regresa de la distracción. Ya no hay nadie y debo cortar el fuego.
SÁBADO 21 DE FEBRERO DE 2009
Amanda
Cuando recordamos nos tejemos un sueño que traemos al presente para los momentos de necesidad, para sobrevivir a la incertidumbre de estar vivo y no saber por qué. Aun así me estremece el pensar que esto es tan pasajero como el pasado, tan irreal como los recuerdos.
La buscas en mí y nunca fui yo.
Se escapó buscando que otras lenguas la envenenasen,
Otras que no fueran las tuyas.
Ni te vio porque no existías.
El dinosaurio en tus ojos día a día.
La impertinencia de ser yo la que te recuerdo que no existe.
Y busco explicaciones de por qué quieres que me corte el pelo, que vista de rojo o que sustituya los calcetines por medias de seda. Y me encuentro pintándome la cara sin lavarme los dientes y saliendo de casa con el moño que me hice para la ducha.
El paisaje se enturbia con la lluvia
Las amapolas pierden su color bajo la nieve.
El viajero deja su libro en el vagón esperando encontrarlo cuando vuelva.
A lo lejos se ve una cereza en el horizonte.
Creo que todos soñamos en nuestros ratos libres. Un beso entre páginas, un café con nube, qué guapa estás recién levantada, me gusta tu piel cuando anochece. Y si lo soñamos es que ocurrió en nuestra historia porque será que recordamos; cuando aun no existíamos como dos y éramos uno buscando al otro, soñando lo que sería el otro cuando estuviera con nuestro uno.
Quédate quieta.
Tu espalda tiene la serenidad y dulzura de mis campos.
Porque entonces soñar no era dormir.
Tus ojos enojados, la furia de mis tormentas.
Y a veces pienso que eso es la vida y no otra cosa.
La buscas en mí y nunca fui yo.
Se escapó buscando que otras lenguas la envenenasen,
Otras que no fueran las tuyas.
Ni te vio porque no existías.
El dinosaurio en tus ojos día a día.
La impertinencia de ser yo la que te recuerdo que no existe.
Y busco explicaciones de por qué quieres que me corte el pelo, que vista de rojo o que sustituya los calcetines por medias de seda. Y me encuentro pintándome la cara sin lavarme los dientes y saliendo de casa con el moño que me hice para la ducha.
El paisaje se enturbia con la lluvia
Las amapolas pierden su color bajo la nieve.
El viajero deja su libro en el vagón esperando encontrarlo cuando vuelva.
A lo lejos se ve una cereza en el horizonte.
Creo que todos soñamos en nuestros ratos libres. Un beso entre páginas, un café con nube, qué guapa estás recién levantada, me gusta tu piel cuando anochece. Y si lo soñamos es que ocurrió en nuestra historia porque será que recordamos; cuando aun no existíamos como dos y éramos uno buscando al otro, soñando lo que sería el otro cuando estuviera con nuestro uno.
Quédate quieta.
Tu espalda tiene la serenidad y dulzura de mis campos.
Porque entonces soñar no era dormir.
Tus ojos enojados, la furia de mis tormentas.
Y a veces pienso que eso es la vida y no otra cosa.
SÁBADO 7 DE FEBRERO DE 2009
Pájaro del sueño, Elvira Calvo
Suena el silencio de tu boca
como un recuerdo inusitado
que habita la nuca de mi nombre.
Mientras, en la calma de mis manos
pestañea tu aleteo a deshora,
contra la luz del tiempo y su fuga,
sueño, pájaro de la noche,
en el bosque hundido de las nieves
y en el brotar continuo de ramajes.
¡Qué gravita bajo el párpado resbaladizo,
bajo los oscuros capiteles de la memoria!
E igual que por la noche, la mañana
en la distancia del canto,
el antes y el después se balancean.
Tras los labios serenos del humo
y la piel encarcelada del tiempo,
cantas, ave nocturna.
Gimes igual que por la noche,
en la mañana.
Pájaro del sueño que vuelas conmigo.
como un recuerdo inusitado
que habita la nuca de mi nombre.
Mientras, en la calma de mis manos
pestañea tu aleteo a deshora,
contra la luz del tiempo y su fuga,
sueño, pájaro de la noche,
en el bosque hundido de las nieves
y en el brotar continuo de ramajes.
¡Qué gravita bajo el párpado resbaladizo,
bajo los oscuros capiteles de la memoria!
E igual que por la noche, la mañana
en la distancia del canto,
el antes y el después se balancean.
Tras los labios serenos del humo
y la piel encarcelada del tiempo,
cantas, ave nocturna.
Gimes igual que por la noche,
en la mañana.
Pájaro del sueño que vuelas conmigo.
MARTES 20 DE ENERO DE 2009
Los colores de PRECIOSA Y EL AIRE, Federico García Lorca
A Dámaso Alonso
Su luna de pergamino
Preciosa tocando vienepor un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.
Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.
Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar.Los olivos palidecen.Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.
Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.
El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando vienepor un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.
Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.
Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar.Los olivos palidecen.Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.
Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.
El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.
DOMINGO 14 DE DICIEMBRE DE 2008
Recomienda una lectura
Inauguro la sección poética con un bello poema de Rafael Alberti dedicado a su compañera , y también escritora, María Teresa León enRecuerdos de lo vivo lejano (1948-52).
Cuando tú apareciste,
penaba yo en la entraña más profunda
de una cueva sin aire y sin salida.
Braceaba en lo oscuro, agonizando,
oyendo un estertor que aleteaba
como el latir de un ave imperceptible.
Sobre mí derramaste tus cabellos
y ascendí al sol y vi que eran la aurora
cubriendo un alto mar en primavera.
Fue como si llegara al más hermoso
puerto del mediodía. Se anegaban en ti
los más lúcidos paisajes:
claros, agudos montes coronados
de nieve rosa, fuentes escondidas
en el rizado umbroso de los bosques.
Yo aprendí a descansar sobre sus hombros
y a descender por ríos y laderas,
a entrelazarme en las tendidas ramas
y a hacer del sueño mi más dulce muerte.
Arcos me abriste y mis floridos años
recién subidos a la luz, yacieron
bajo el amor de tu apretada sombra,
sacando el corazón al viento libre
y ajustándolo al verde son del tuyo.
Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo
que no penaba en una cueva oscura,
braceando sin aire y sin salida.
Porque habías al fin aparecido.
de una cueva sin aire y sin salida.
Braceaba en lo oscuro, agonizando,
oyendo un estertor que aleteaba
como el latir de un ave imperceptible.
Sobre mí derramaste tus cabellos
y ascendí al sol y vi que eran la aurora
cubriendo un alto mar en primavera.
Fue como si llegara al más hermoso
puerto del mediodía. Se anegaban en ti
los más lúcidos paisajes:
claros, agudos montes coronados
de nieve rosa, fuentes escondidas
en el rizado umbroso de los bosques.
Yo aprendí a descansar sobre sus hombros
y a descender por ríos y laderas,
a entrelazarme en las tendidas ramas
y a hacer del sueño mi más dulce muerte.
Arcos me abriste y mis floridos años
recién subidos a la luz, yacieron
bajo el amor de tu apretada sombra,
sacando el corazón al viento libre
y ajustándolo al verde son del tuyo.
Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo
que no penaba en una cueva oscura,
braceando sin aire y sin salida.
Porque habías al fin aparecido.
Escúchalo:
Porque todo ocurre sin que nos demos cuenta, hemos de aunar nuestros esfuerzos.
Se estaba haciendo necesario, y hasta imprescindible, abrir este blog para todos los que comparten conmigo las ganas de aprender, de ilusionarse con la opinión de los otros, de compartir un espacio para la reflexión y para sumar a nuestras vivencias las experiencias ajenas que no hemos vivido. Todo orientado a mejorar la educación de los chicos, de los profesores y de los padres. Porque todos queremos que este lugar se convierta en un espacio más habitable. Y cuando digo lugar quiero decir mundo. Porque todos tenemos una labor que hacer y juntos será más fácil. Porque no estamos en orillas opuestas sino más bien a los márgenes.